POR: REINIER SÁNCHEZ JACOMINO.
Abre sus ojos septiembre y con él, despunta un alba multicolor llena de sueños y emociones encontradas.
Un verano caluroso e inclusivo que se despide preñado de actividades festivas para dar paso a una nueva etapa de metas y retos en el aprendizaje de grandes y chicos.
Inicia el noveno mes del año, y germina también este día el curso escolar 2015 - 2016, un periodo lectivo que anuda entre pañoletas y uniformes el esfuerzo de profesores y otros héroes anónimos para elevar o consolidar índices académicos de países privilegiados.
El timbre de los recesos vuelve a sonar en los pasillos y otros recónditos lugares de escuelas y centros docentes donde se fecunda el pensamiento y crece el futuro de esta patria nueva.
Un amasijo de razas, intelectos, credos y posibilidades económicas se funde hoy y durante largos meses cobra vida la relación alumno-profesor, esa esencia de la educación cubana que construye valores y conocimientos con sólidas bases martianas y fidelistas.
Libros, componedores, libretas y cuadernos vuelven como fieles compañeros de clases para atiborrar jabas y mochilas, juegos, amistades y amores pospuestos regresan por sus fueros en un nuevo peldaño que sin dudas subirán los estudiantes cubanos por convertirse en hombres y mujeres bien educados, pues como decía José Martí:
“Educar es preparar al hombre para la vida”.
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