POR: REINIER SÁNCHEZ JACOMINO
En cuestiones de pesaje y pérdida de peso, los cubanos, esos que viven en la isla caribeña, experimentan cierto trajín cotidiano, ajetreo sumamente estresante tras los vaivenes de nuestras relaciones socio-económicas.
A priori, pudiera pensar que trataré en este material sobre la constante y sana comprobación por mantener nuestro cuerpo en forma, sin embargo, de la actividad física y mental de la que le hablo, resulta del robo de mercancías en las balanzas de muchos vendedores, ya sean en establecimientos estatales o particulares.
Aunque esta enfermedad ya casi crónica tiene sus orígenes, creo yo, desde que se inventó la pesa, tras el galopante incremento del cuentapropismo en Cuba, la adulteración en todo tipo de estos equipos de medición provoca desconfianza en no pocos compradores.
Los habitantes de la isla, expertos en perder unas cuantas libras en el peso, establecen múltiples artimañas para engañar a sus congéneres, y desde las balanzas tradicionales hasta las más sofisticadas transitan por manos de innovadores sigilosos para pasar gato por libre y adulterar precios y cantidades.
De todo hay en la viña del señor… y es que, en este tira y encoge existen los usuarios inteligentes que portan sus propias pesas portátiles a la hora de comprar, nada, que hombre precavido, pesa por dos.
Lo preocupante del asunto, ya casi generalizado, resulta, amén de la inexistencia de los casi extintos inspectores, la actitud pérfida e indolente de los perpetradores cuando el usuario le exige el correcto pesaje de un producto.
Ante ese hecho en muchos casos se oyen frases como: “si no te gusta compra en otro lado”, “Aquí to´ el mundo lucha igual”, o cualquier grosería e improperio.
En medio del desparpajo y las ilegalidades, la báscula siempre se inclina en favor del vendedor pues el cliente debe morir en la orilla, como se dice en buen cubano, ante la poca diversidad de ofertas y proveedores.
La justicia, es decir, esa dama ciega que porta una balanza en equilibrio la perdimos hace mucho tiempo en asuntos de compra y venta, y es preciso que las autoridades pertinentes tomen cartas en el asunto y ayuden a poner las cosas en su lugar.
Si al incomodo problema de los altos precios a todo tipo de productos, debemos agregarle estos robos desmedidos, los cubanos y en especial los camagüeyanos tendremos que evolucionar hacia nuevas estrategias para sacarnos, de una vez y por todas, este inmenso peso de encima.
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