martes, 30 de marzo de 2010

En el vórtice de una final beisbolera

POR: REINIER SANCHEZ JACOMINO

Al sonido de los narradores y la algarabía en el estadio le precede el grito acalorado de los fanáticos de turno apostados en una esquina caliente con su radio portátil o desde el interior de los hogares cubanos.

Y es que indiscutiblemente, y mire usted que en la pelota se discute, nuestro pasatiempo nacional despierta ardientes pasiones en adeptos o simples observadores dentro de esta nación beisbolera.


Al calor de esta interesante finalísima entre los combativos conjuntos de Villa Clara e Industriales, que hoy vivirá su sexto juego, la Isla se viste para esta fecha con atuendos azules y naranjas, y es ahí, en esa porfía deportiva, donde los cubanos se dividen con encontrados criterios sobre polémicas decisiones arbitrales y electrizantes jugadas en pos de la victoria añorada.


Bola en juego, resulta meritorio apuntalar que los leones capitalinos han sido castigadores históricos de los conjuntos naranjas, sin embargo, para nadie es un secreto que el elenco de Eduardo Martín sale hoy al terreno con todos los factores objetivos y subjetivos para imponerse en sus predios del Augusto Cesar Sandino.


El ambiente festivo que envuelve a todos los habitantes antillanos a tenor con la final de la Serie cubana de Beisbol, corrobora por qué el deporte de las bolas y los strikes constituye el pasatiempo nacional por excelencia.


Tras el hit impulsador o el doble play que salva una entrada comprometida para el equipo, nuestro pueblo permanecerá atento a los acontecimientos de este sexto partido, definitorio si Villa Clara consigue domar a la tropa de Germán Mesa.


No cabe dudas que una gran porción de los agramontinos suspira por una victoria naranja, aunque existe un fiel remanente que apuesta por el repunte capitalino en lo que ya algunos fanáticos han denominado como el sandinazo, en clara alusión a dos posibles zarpazos de los leones para llevarse el trofeo.


Al final, gane o pierda cualquier equipo, los adeptos y detractores de ambos elencos se convierten conscientes o inconscientes en fieles protagonistas de un magistral espectáculo que más allá de calentar pasiones, constituye parte de la idiosincrasia de este pueblo con el sabio don de saber andar en épocas y el amor entrañable de su buena gente que le da vida.



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