POR: REINIER SANCHEZ JACOMINO
En Cuba una tendencia peligrosa a la indisciplina del tránsito exhibe índices alarmantes pues representa la cuarta y quinta causa de muertes en los últimos años.
Razón esta que impulsa a informar con persistencia en los medios de comunicación de la Isla, las leyes viales y las medidas contra los infractores con el objetivo de desterrar totalmente los accidentes en las avenidas citadinas y conminar a las autoridades a intensificar los controles con regularidad y rigor.
De lo que se trata es de una simple ecuación dialéctica entre peatones y conductores en aras de aplicar inoportunas preferencias. En buen cubano, que la llamada cañona o la imposición forzosa abunda si de tránsito se trata.
El cubano en el reino de este mundo vive entre avatares cotidianos, ni corto ni perezoso y en una intensa carrera por robarle instantes al tiempo, viola a su paso parámetros viales y señales por doquier.
Comprendemos y respetamos las emergencias: ambulancias, algún enfermo u otro asunto de última hora pero, sepa usted amigo lector, que incluso en las ciudades más populosas del mundo, las personas respetan con cierto tino religioso las leyes del tránsito, pues denotan buena educación, respeto vial y amor a la vida humana.
No podemos vivir en el vórtice del tiempo, contemplando e imitando al ciudadano irresponsable. A estos locos del timón, a los kamikazes del pedal y a los transeúntes suicidas que se roban cada minuto de espera, de ofrecerle el paso al peatón o de esperar ante una cebra, debemos ponerle el PARE, con intransigentes medidas.
El primer impulso prima siempre en las víctimas y victimarios. El desespero ante la tardanza de turno, el ahora sí me da tiempo, o simplemente: yo siempre tengo la razón.
Y así poco apoco imponemos los instintos, heredamos parámetros de conductas erróneas y nos volvemos violadores concientes o inconscientes, de la integridad social en que vivimos.
A todos estos cubanos les decimos: cambie a tiempo hacia la senda de los que viven para contarlo, para los tantos infractores les advierto que reza entre la gente con tino y responsabilidad un viejo y sabio refrán diminuto: vale más perder un minuto en la vida, que perder la vida en un minuto.
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