viernes, 19 de diciembre de 2008

La lista que desespera

Por: Reinier Sánchez Jacomino

La mayoría de los cubanos señalan no muy felices, los incontables escollos que se necesitan para trasladarse una región del país a otra mediante el transporte ferroviario

Ante nuestros ojos, se encuentra casi a diario, la abrumadora terminal de trenes que acoge a múltiples noctámbulos, algunos abnegados, llenos de varios problemas como cualquier humano.

La diversidad y cantidad de personas, generalmente con bajos ingresos salariales, realza el suceso y el esfuerzo, la persistencia de esos decididos que pululan por el día en busca de un tren extra, o madrugan a hurtadillas en aras de un lugar. ¡Cómodo o incomodo!, en un tren cualquiera que los conduzca al destino deseado.



Y así poco a poco, hora tras hora doman sus instintos, la paciencia y las esperanzas de llegar a casa. Con el tiempo se recogen en cada esquina del local, en cada banco, incluso en las afueras del recinto, víctimas de la bulla, el discurso de un borracho, o el aroma del tabaco de algún fumador inconsciente.

El bullicioso sonido del micrófono o la rápida presencia del jefe de turno, anuncian el zafarrancho de combate. Lo que antes fue un sistema bien organizado por una lista, se convierte en el bien denominado, molote urbano.

Las capacidades merman sin reparos ante el sociolismo y los primeros en la cola pasan, a la cola de la situación; entonces al cubano se le sube LO DE CONGO Y DE CARABALI, porque en asuntos de transporte, los modales, se quedan en casa.

En este amasijo humano, bueno sálvese quien pueda, porque si puede encontrar su billetera, o alcanzar un boleto al destino deseado esta de suerte y se librara de otro tiempo indescifrable de espera.

Aunque le advierto y no soy nada pesimista que reza un viejo refrán popular: ¡no van lejos los de adelante, si van en tren regular!

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