martes, 23 de diciembre de 2008

A pie con Roa para descalzar la historia

Por Reinier Sánchez Jacomino
“Ningún como tú, que jamás te has
manchado con la mentira, puede escribir episodios
de aquella hermosa y honorable época. Escribe.”


Máximo Gómez.


Cuando se hable de literatura de campaña sobre la historia de Cuba muy pocos mencionan nombres como el de Ramón Roa. Queda entonces para aquellos cronopios, entendidos o acuciosos busca-textos el beneplácito de manosear y degustar, obras de este cronista de la guerra de independencia.

Algunos volúmenes como A pie descalzo, publicado en 1890 nos muestra como se puede narrar de una forma simple y original, porque no, una parte de la Gran Guerra que muchos han contado desde puntos de vistas diversos.

Para el lector que absorbe este escrito épico, debe resultarle recurrente el título pues nos introduce de antemano en una leyenda de increíbles episodios, de asares y desaciertos a simple ojeada.

El escritor junto a un grupo de exiliados revolucionarios, amantes de la independencia de la nación cubana y la de América, emprendieron una hazaña aventuresca para enrolarse en las luchas mambisas. Zarparon desde los Estados Unidos en el vapor Salvador, un viejo barco que de forma paradójica casi los lleva a la muerte ayudado también por la inexperiencia del timonel. Ya en tierra, sin barco, armas ni provisiones, se destinan a realizar un recorrido de Trinidad al este del país, pasando por las historias más tristes, agobiantes y reales de este tiempo.

Los pasajes de las guerras de independencia recogen en muchos de los escritos la hidalguía de los cubanos desde las posiciones más ecuestres y relevantes. Grandes batallas, invasiones gloriosas de las figuras siempre nombradas. Sin embargo Roa, nos muestra una faceta diferente. Una legión de soldados descamisados vaga con su coraje como arma y el hambre como coraza.
Las hazañas transcurren sin escenarios ni montajes irreales y fantasiosos. Prima la objetividad del momento. La caridad de las guajiras, las virtudes de los campesinos más humildes quedan expuestos en esta obra de una forma bastante singular.

El escritor narra los sucesos en un estilo llano, un lenguaje sencillo, siempre con las jovialidad campesina de la época y la frescura lírica del campesinado cubano del momento. Aparecen entonces frases como “Estas dao… pillo, caballá”.

Los sonetos brotan como prueba del talento artístico del prosista y poeta pero dentro de situaciones interesantes, como el caso donde tuvo que componer para poder conseguir un buen caballo que después se le escapó.
Existe una completa transparencia en sus palabras. Todos los acontecimientos están tomados de forma natural aunque no parezca, para dale frescura, símbolo rural dentro de la trama, sin embargo, allí radica la capacidad fotográfica del escritor. Esto se manifiesta en la precisión descriptiva y narrativa de los sucesos y los personajes.

El libro de Ramón Roa no resulta un canto al patriotismo cubano desde la visión triunfalista de lo fácil, sino de la más enconada realidad del período, desde el cuadro dramático incluso en ocasiones pesimistas. Quizás allí radica la grandeza y popularidad de la obra. Rememorar desde la visión más humana y real debido a la situación difícil por la que pasaba esta etapa de la guerra los tiempos heroicos de un grupo de cubanos incluso intelectuales algunos.

“A pesar de los pesares”, conserva su buen humor incluso en las peores circunstancias. La forma en que narra la muerte de su compañero o de los que poco a poco lo iban dejando en el camino nos lleva a imaginar de forma sencilla y magistral como la muerte no era sorpresa para estas personas. El caso de la ingestión de yucas agrias por el grupo moribundo nos muestran las diversas situaciones, los matices del cuadro histórico en que se desenvuelve.

La historia triste pero pura, grandiosa pero humana, conmovedora pero real, no busca una escritura compleja, pues en su asunto radica lo valioso y la fuerza de su propio argumento donde nos muestra una epopeya de abnegación.

Esta crónica en primera persona tiene la impersonalidad del hecho. Todo el que la lea no podrá dejar de admirar el relato de un grupo de escogidos por asar histórico o patriótico. Fuente histórica que Roa le brinda al lector de a pie y descalzo de artimañas estilísticas.
“Estas páginas… guardadlas como una narración
verídica de las vicisitudes de mi vida en al época a
que se refiere… echareis de menos las galas del
lenguaje…consuélame al fin poder exponeros la
verdad en los términos mejor avenidos con mi
llaneza…”
Ramón Roa.

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