lunes, 21 de enero de 2013

Sin caminos no hay andar

POR: REINIER SÁNCHEZ JACOMINO.

Bien de cerca nos llega a los camagüeyanos la pasión por el deporte.

Y es que desde hace ya bastante tiempo, entre mundiales, olimpiadas y otras citas del músculo, los habitantes de la urbe camagüeyana pasan cada día de simple espectador tras nuestros telerreceptores, a expertos o desafortunados corredores con obstáculos.



En la cotidiana carrera de fondo que vivimos todos, o casi todos los cubanos, empeñados en llegar la meta a pesar de la estrechez económica y mental de muchos de nuestros congéneres, nuevas barreras aparecen en nuestro andar por las calles de esta extensa Ciudad de los Tinajones.

Para trasladarse contantemente de un lado a otro, la mayoría de los agramontinos utilizan como medio de transporte la emblemática bicicleta, implemento rehén de múltiples obstáculos que asoman ya a nuestro paso en la más inesperada y céntrica vía. 

De todo hay en la viña del señor, y como en estantería de supermercado florecen en el medio de cualquier calle estorbos de todo tipo, que van desde botellas rotas, basuras, pedazos de jabas, clavos, maderas, heces fecales de caballos y piedras, hasta los baches, orificios con tendencia en ocasiones a transformase en estratosféricos agujeros negros.

En este campo minado transitan nuestras bicicletas, a veces sortean los escollos y otras perecen ante la exuberancia de atascos y suciedades.

Nada fácil resulta la carrera, ni livianas las consecuencias… en medio de escasos recursos para enmendar nuestras bicis, quienes más sufren, después de nuestros bolsillos, resultan las gomas y las recámaras, principales víctimas, hoy con precios exorbitantes que rondan los 320 pesos en moneda nacional.

No solo de ponches vive el hombre, pero sin dudas estos cuentapropistas, salvavidas en múltiples ocasiones, reconocen como la cifra de neumáticos rotos incrementa en la Ciudad de los Tinajones

A pesar de la insuficiente pavimentación de las calles, no solo de toda la urbe agramontina, sino incluso de su Centro Histórico, los obstáculos en las vías constituyen un problema a resolver en muchas ocasiones entre los mismos citadinos:

Los cocheros que NO poseen el saco para evitar que el excremento del caballo caiga al suelo, el indolente que rompió el pomo en el medio de la avenida, los vecinos que botan la basura sin miramientos en las calles, o la rompen  para cualquier asunto sin encomendarse a nadie y después la deja abierta… y así poco a poco nos convertimos, conscientes o no, en victimarios y víctimas a la vez.

En aras de vivir en un entorno mejor y contribuir a la urbanización, debemos desde las propias instituciones gubernamentales prestarle mayor apoyo al arreglo de los caminos y desterrar, con la ayuda de fuertes sanciones, procederes  que empañan el ornato y afectan el bienestar de los camagüeyanos.

Recuerde que como expresó el escritor español Juan Benet: “El error obliga a rehacer el camino y eso enseña muchas cosas”.

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